Los dos Sistemas mentales de Kahneman. El origen de los sesgos (I).

Adrian PD
7 min readAug 29, 2020

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Para quien no lo conozca, Daniel Kahneman ha sido el primer no economista distinguido con el Premio Nobel en Economía al integrar avances en psicología dentro de las ciencias económicas. Kahneman ofrece una modelación de nuestra forma de pensar mediante dos sistemas: uno rápido, intuitivo y emocional; y otro lento, lógico y racional. El uso mezclado de estos dos sistemas hará que pensemos como pensamos y que actuemos como actuamos. Entrando un poco más en detalle, la intuición responde a reconocer elementos familiares, basados en la repetición y la experiencia, dentro de una situación nueva y a actuar de manera adecuada basada en nuestra experiencia. Por ejemplo, un médico interno puede intuir sin mucha dificultad el diagnóstico de un paciente, solo en base a la descripción de sus síntomas. Igualmente, un inspector de la policía puede en gran medida detectar si un sospechoso oculta algo, gracias a varios años de profesión.

Sin embargo, no todas las intuiciones responden a mecanismos racionales ni de la auténtica experiencia, sino que muchas veces responden a sesgos previsibles. El ser humano piensa de manera asociativa, buscando la causalidad en una cadena de hechos correlados, en vez de ser capaz de asignar probabilidades a estos hechos (lo que sería la lógica bayesiana y que usamos tan frecuentemente en la inteligencia artificial). Veamos el siguiente ejemplo, si le pido al lector que me diga qué colectivo es más propenso a ser adúltero, el de los profesores universitarios o el de los políticos, inmediatamente pensará en el del mundo de la política. Esto no responde a ningún criterio fundamentado con alguna base, solo que es más probable que recordemos casos sonados de affairs políticos en los medios, mientras que el gremio universitario no suele aparecer en estos; pero eso no quiere decir que sean menos pájaros que los políticos. Este artículo resumirá los dos sistemas presentados por Daniel Kahneman en Pensar rápido, Pensar despacio dejando para otras entregas las heurísticas y sesgos expuestos en el mismo ensayo.

En el Sistema 1 hay sesgos, errores sistemáticos y previsibles, que es propenso a cometer en circunstancias específicas.

Antes introducía los dos Sistemas de Kahneman, el Sistema 1 que opera de manera rápida, sin esfuerzo y de manera involuntaria, frente al Sistema 2, que se esfuerza en resolver actividades mentales que demandan de atención. Por ejemplo, el Sistema 1 detectaría hostilidad en una voz, completaría la expresión “a quien madruga” o conduce un coche por una carretera vacía; mientras que el Sistema 2 realizaría el cálculo de 17x9, buscaría a una mujer con pelo blanco y jersey rojo o contaría cuántas veces aparece la letra “a” en este artículo. Cuando el Sistema 1 encuentra alguna dificultad, llama al Sistema 2 para que lo resuelva. Este método de trabajo es muy eficiente para nuestro cerebro, minimiza el esfuerzo y optimiza la ejecución. El Sistema 1 permite que, gracias a la intuición, podamos realizar muchas de las tareas automáticas de nuestro día a día y no tener que estar en un estado de estrés o consumo de energía constante. Sin embargo, en el Sistema 1 hay sesgos, errores sistemáticos y previsibles, que es propenso a cometer en circunstancias específicas. El conocer las limitaciones de estos dos Sistemas, y el motivo de este artículo, nos permite ser un poco más libres a la hora de pensar y razonar, reconociendo situaciones en las que nuestro Sistema 1 nos puede hacer jugar una mala pasada cuando están en juego asuntos importantes.

Como decía, el Sistema 2 es el que recoge el testigo cuando hay que prestar atención a una tarea. Christopher Chabris y Daniel Simons realizaron un experimento conocido como El gorila invisible y que animo al lector que lo reproduzca.

Cuando el Sistema 2 está concentrado en una tarea, no es capaz de focalizar su atención en otras cosas, en este caso ver el gorila en el vídeo. Otra prueba de ello sería intentar resolver 23x19 mientras corres, te verás obligado a parar o bajar el ritmo. Esto es interesante, pues nos permite entender que si logramos redirigir la atención de una persona a una tarea concreta, otros estímulos externos le pasarán desapercibidos. Pero no solo es una cuestión de concentración, sino que también hay una respuesta anatómica: si nos grabamos la cara y nos tomamos el pulso mientras realizamos cualquier ejercicio mental intenso, se podrá apreciar que nuestras pupilas se dilatan y nuestro ritmo cardíaco aumenta. Cuanta más compleja sea la tarea, mayor será el grado de dilatación de las mismas y las pulsaciones. Por este hecho, muchos comerciantes de bazares y subastas llevan gafas de sol para no mostrar su interés en lotes de productos (al hacer cálculos de cuánto están dispuestos a pagar por algo que les interesa). Experimentos en el campo revelan que las respuestas al esfuerzo mental son distintas a las de la excitación emocional, y estas ceden cuando se finaliza la tarea o el individuo cede en el intento.

Otro descubrimiento relativo al Sistema 2 que debe ser mencionado es que pasar de una tarea a otra requiere esfuerzo, no es inmediata. Por eso, cuando tenemos varias tareas que hacer, ya sea en los estudios o en el trabajo, estaremos incómodos salvo que tengamos una memoria operativa de gran capacidad, pues hay que refrescar y repetir la información asociada a cada tarea para que esta no se pierda. Un truco para lidiar con esto en el día a día, es dividir nuestras tareas complejas en múltiples pasos fáciles, persistiendo los resultados intermedios a la memoria de largo plazo o a una agenda, antes que a la memoria operativa (que es fácilmente sobrecargable). Nuestro cerebro está diseñado de acuerdo con la ley del mínimo esfuerzo. El cambio frecuente de tareas y el trabajo mental apresurado no son placenteros, y nuestro cerebro lo evita en lo posible. Si nuestra mente no hace nada, más allá que tener pensamientos aleatorios y observar a nuestro alrededor, no hay tensión cognitiva, el Sistema 2 no actúa. Podemos decir que nos gusta ser vagos por naturaleza.

La gente que está cognitivamente ocupada es más probable que haga elecciones egoístas, use lenguaje sexista o emita juicios superficiales.

Relacionado con lo que comentaba arriba, el Sistema 2 tiene unos recursos limitados, las tareas que requieren esfuerzo mental compiten por ellos. Pues bien, el auto-control también hace uso de estos recursos. Si alguien tiene que dedicarle una hora a estudiar intensamente en la biblioteca, es probable que mire el móvil muchas veces, pues el hecho de no consultar el móvil requiere más auto-control del que se le puede asignar en ese momento. Hay diversos estudios psicológicos que demuestran que si tenemos delante una tarea cognitiva exigente y una tentación, es más probable que caigamos en la tentación. El lector recordará cómo, en su etapa de estudiante y en periodo de exámenes, tenía impulsos por beber más CocaCola, comer más comida basura, fumar o hacer más paradas de las necesarias. El Sistema 1 tiene más influencia en la conducta cuando el Sistema 2 está ocupado, y éste es muy goloso. La gente que está cognitivamente ocupada es más probable que haga elecciones egoístas, use lenguaje sexista o emita juicios superficiales. El auto-control requiere de atención y esfuerzo, controlar los pensamientos y las conductas es una tarea del Sistema 2.

El grupo de investigación del profesor Roy Baumeister ha bautizado el concepto del agotamiento del ego. A grandes rasgos, personas que hayan sido sometidas a grandes tareas de auto-control, abandonan antes ante una difícil tarea cognitiva. Cualquier situación que encierre la necesidad de reprimir una tendencia natural, cansa, consume energía mental: inhibir una respuesta emocional a una película, intentar impresionar a otros, responder educadamente a alguien que te saca de quicio, tratar con personas que no son de tu agrado, etc. El auto-control es fatigoso y desagradable, después de ejercer auto-control uno no se siente con ganas de esforzarse en otra tarea. Pero el descubrimiento más sorprendente de Baumeister ha sido demostrar que la energía mental no es una metáfora en sí, sino que realmente responde como un esfuerzo físico. Se crean dos grupos de voluntarios que tienen que realizar una tarea cognitiva intensa, a mitad del experimento a unos se les da limonada (azúcar). Al acabar la tarea, se les pidió que hiciesen un test que básicamente consistía en dos respuestas: una intuitiva incorrecta, mientras que llegar a la correcta necesitaba un pequeño esfuerzo. Los errores intuitivos son más frecuentes en egos agotados. Pues bien, el grupo que tomó azúcar obtuvo mejores resultados. Restablecer el nivel de azúcar en el cerebro habría prevenido el deterioro, o al menos el análisis estadístico sugiere esa causalidad en los hechos.

Un estudio publicado en los Proceedings of the National Academy of Sciences demuestra la correlación entre el grado de agotamiento entre jueces y sus decisiones sobre peticiones de libertad condicional. Después de las comidas, se aprobaban más peticiones, mientras que peticiones revisadas antes de la hora de comer tendían a ser denegadas en mayor proporción. Jueces cansados y hambrientos tienden a tomar la decisión más fácil y común de denegar la petición. Y ¡ojo! que hablo de correlación pero no de causalidad, pues no se llegó a demostrar que este fuera el motivo, aunque parece el más probable. Así que si en los próximos días el lector tiene una revisión de libertad condicional, un trabajo fin de carrera o la presentación de un nuevo proyecto en su empresa, que procure que sea después de la hora de comer o llevando una limonada, pues podría serle de ayuda.

Segunda parte: Los dos Sistemas mentales de Kahneman. El origen de los sesgos (II)

Tercera parte: Los dos Sistemas mentales de Kahneman. El origen de los sesgos (y III)

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Adrian PD

PhD in Parallel algorithms, Data distribution and GPUs. Researcher at Berkeley Lab, California