Los dos Sistemas mentales de Kahneman. El origen de los sesgos (II).

Adrian PD
7 min readSep 13, 2020

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La evolución ha hecho de nuestra mente una máquina asociativa y que trabaja de manera involuntaria a nuestra razón.

A modo de resumen, y continuando con lo que hemos visto en el post anterior, nuestra mente tiene dos formas de pensar, que las etiquetamos como Sistema 1 y Sistema 2. El Sistema 1 es involuntario, rápido, opera sin esfuerzo, genera impresiones y maneja lo emocional. Esta información llega al Sistema 2, y es éste el responsable de filtrarla, ser consciente de lo que este input significa y creerlo como cierto o incompleto. Como también se explicó anteriormente, el Sistema 2 es el responsable de realizar aquellas tareas cognitivas de mayor dificultad, y esto conlleva a una fatiga. Nuestro pensamiento se rige por la ley del mínimo esfuerzo y bombardear continuamente al Sistema 2, que es de naturaleza perezoso, con tareas y pensamientos no hace más que fatigarlo y en cierta medida hará que se incline a creer y confirmar los insights que le manda el Sistema 1. Esta es la base de las heurísticas y sesgos mentales.

Para confirmar lo anterior, Kahneman nos propone la siguiente tarea, en la que nos reta a contestar lo más rápido posible:

Un bate y una pelota juntos cuestan 1.10 dólares. El bate cuesta un dólar más que la pelota. ¿Cuánto cuesta la pelota?

Muy probablemente, el lector haya respondido que la pelota cuesta 10 centavos. En cambio, si lo pensamos con detenimiento, nos daremos cuenta que no, que la pelota cuesta 5 centavos. El experimento concluye que las personas con mayor animadversión al esfuerzo, y confiadas de más, responden 10 centavos, mientras que las personas más analíticas se cuestionarían el origen de la pregunta y sospecharían que había gato encerrado antes de dar su respuesta, pensándola un segundo más. Al primer grupo los etiqueta como “perezosos”, mientras que a este último grupo se les conoce como “diligentes”.

Hay un experimento que relaciona este mecanismo de pereza, con el de auto-control y racionalidad que ya introducimos anteriormente. Lo llevó a cabo Walter Mischel, y es uno de los experimentos más famosos de la historia de la psicología: Se analizaba el comportamiento de niños de 4 años en una habitación vacía, solo con una galleta a su alcance y sin distracciones adicionales, al darles dos opciones: comer esa galleta cuando quisieran o esperar 15 minutos con ella delante y tener una galleta adicional al acabar. Pues bien, la mitad de los niños aguantaron esos 15 minutos, resistiendo la tentación. Pero lo que se saca de este experimento es que quince años después, hubo una gran brecha entre esos niños que habían resistido la tentación y los que no. Los primeros mostraron mayor auto-control, dieron puntuaciones más altas en tests cognitivos, eran menos propensos a tomar drogas y obtenían mejores resultados en tests de inteligencia. Mientras que el grupo más impulsivo e impaciente, era más proclive a aceptar las sugerencias del Sistema 1, siendo más fácil que cayesen en sesgos heurísticos. Dicho esto, cabe destacar que la inteligencia no hace a la gente inmune a los sesgos, sino que la racionalidad (o lo que llamamos antes personas diligentes).

Los sesgos existen por dos mecanismos mentales: la asociación y la inclinación a la confirmación. Vamos a sobrevolar estos dos conceptos en lo que queda de esta serie de artículos para poder tener una visión completa del origen de los sesgos.

Nuestro cerebro es asociativo, y la repetición de hechos (objetos, ideas, conceptos, personas) asociados refuerza conexiones neuronales que le darán más peso a la afirmación de que están relacionados (cuando puede que solo estén correlados, sin haber causalidad). Y esto sucede involuntariamente. Un ejemplo claro, si leemos JA_ÓN es más fácil que mentalmente lo completemos para formar jamón si acabamos de comer o tenemos hambre; mientras que podríamos pensar en jabón si acabamos de tender la colada o si tenemos como pendiente poner la lavadora. Se conoce como priming o predisposición el efecto de que un hecho desenvoque en otro. La idea de comer daría primacía a la idea de jamón. Un experimento muy interesante sobre el priming que llevó a cabo John Bargh demuestra esta asociatividad de manera sorprendente: dos grupos de estudiantes tenía que formar frases con un conjunto dado de palabras. Uno de los grupos tenía como conjunto de palabras {Florida, calvo, canas, arrugas, olvido}, todas referentes a la vejez. Después, se les hacía caminar de un extremo a otro del pasillo, sin saber que eran cronometrados. Pues bien, el grupo que construyó frases con el conjunto de palabras sobre la vejez, tardaron más en realizar el paseo. Esto es lo que se conoce como efecto Florida en psicología: Si hemos sido predispuestos a pensar en la edad avanzada, tendemos a actuar como en ella, reforzando la idea de la misma. En otro experimento se pidió construir frases con {elevado, salario, mostrador, pagar, uno} para demostrar que las personas inducidas a primar el dinero se volvían inconscientemente más independientes, egoístas y aisladas. Sucede igual con aquellas a las que se les recuerda su condición de mortales, al aumentar su atracción por ideas autoriatarias. El Sistema 2 cree que es él el que manda, que razona de manera consciente, pero estos experimentos demuestran el peso del Sistema 1 en nuestras acciones. Cuando le decimos al Sistema 2 que tal tarea se puede procesar con el Sistema 1 porque es muy sencilla y no requiere de cálculos complejos, la naturaleza perezosa del Sistema 2 la aceptará sin preguntas, o en otras palabras, cuando hay facilidad cognitiva el Sistema 2 traga.

¿Cómo se puede generar esa facilidad cognitiva? Cuando estamos de buen humor, relajados, cómodos, en un ambiente familiar, cuando el mensaje que se nos da viene en un contexto de claridad y fiabilidad que no nos vamos a molestar en criticar. Por tanto, la forma y familiaridad del mensaje son muy importantes en cualquier evento de comunicación, pues reducen la tensión cognitiva. Una frase impresa con letras claras, que ha sido repetida varias veces o que ha sido primada, será procesada con facilidad:

Adolf Hitler nació en 1892.

Adolf Hitler nació en 1887

Ambas son falsas, pero la primera es más probable de ser creída según los experimentos realizados. Si además, la frase fuese impresa sobre papel (de buena calidad) en color azul celeste o rojo, tendría más probabilidad de ser creída que en tonos medios de verde, amarillo o azul pálido. De igual forma, una manera segura de hacer que la gente se crea falsedades es la repetición frecuente, pues la familiaridad no es fácilmente distinguible de la verdad. También, la formulación de ideas familiares en un lenguaje pretencioso se toma como un signo de escasa inteligencia y baja credibilidad. Veamos un experimento más realizado por Shane Frederick:

Si 5 máquinas tardan 5 minutos en hacer 5 cacharros, ¿cuánto tardarían 100 máquinas en hacer 100 cacharros? ¿100 minutos o 5 minutos?

El experimento realizaba la misma pregunta pero a unos voluntarios se les empequeñecía la letra y se imprimía la frase en gris desdibujada. Se concluye que el 90% del grupo que recibió la frase “en bonito” falló la respuesta, mientras que solo el 35% que la recibió en tono gris y “en feo” erró, pues la tensión cognitiva movilizó al Sistema 2, que rechazó la respuesta intuitiva generada por el Sistema 1. Otro factor a tener en cuenta es que la facilidad cognitiva se asocia a sensaciones agradables, por eso acciones con símbolos comerciales fácilmente recordables o pronunciables (como KAR o LUNMOO) sobrepasan a aquellas con nombres incómodos (como PXG o RDO). Un estudio entre inversores suízos afirmaba que éstos tendían a pensar que las acciones de empresas con nombres fluídos como Emmi, Swissfirst o Comet les darían más beneficios que otras como Geberit o Ypsomed.

Por tanto, nuestro Sistema 1 genera un montón de ideas y su función principal es mantener y actualizar nuestro modelo de mundo personal sin esfuerzo, generando una normalidad. El modelo se construye con asociaciones que vinculan ideas que ocurren con alguna regularidad. Una vez formados y reforzados estos vínculos, el patrón de ideas representa nuestra interpretación del presente y nuestras expectativas de futuro, generando una serie de mecanismos en cadena que nos son inconscientes. El Sistema 2, que es perezoso y se rige por la ley del mínimo esfuerzo, le dará el ok a todos estos pensamientos e ideas que recibe del Sistema 1, mientras no se requiera un esfuerzo adicional y consciente que lo movilice. Dependiendo de las personas y su entrenamiento mental, así como del contexto y forma que rodean a los inputs que recibe el Sistema 1, será más o menos complicado actuar de manera involuntaria y sesgada en ciertas situaciones, pero lo que es claro es que no tenemos el control consciente y absoluto de nuestros pensamientos y actuaciones. Nuestra mente trabaja de manera asociativa, dando por sentado que una idea está relacionada con otra por el mero hecho de haberlas visto juntas repetidas veces, aunque no haya ninguna relación de causa-efecto entre ellas. No ser conscientes de esta limitación, nos hace carne de cañón para estafas, fake news, clichés y otras manipulaciones varias.

Primera parte: Los dos Sistemas mentales de Kahneman. El origen de los sesgos (I)

Tercera parte: Los dos Sistemas mentales de Kahnamen. El orgien de los sesgos (y III)

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Adrian PD

PhD in Parallel algorithms, Data distribution and GPUs. Researcher at Berkeley Lab, California