Nassim Taleb es probablemente el filósofo más gamberro de la era actual. Sin embargo, el currículum de este libanés es el de ensayista, investigador y financiero, siendo profesor de Ciencias de la Incertidumbre en la Universidad de Massachusetts y en la London Business School. Lleva estudiando la suerte y la aleatoriedad toda su carrera, desde el punto de vista del académico (aunque no le guste este término) como desde el parquet bursátil, lo que le ha hecho un referente en el panorama actual, junto probablemente a su éxito mundial El cisne negro. En mi opinión, que tampoco le tiene que importar al lector, su discurso y actitud roza el narcisismo, sentenciando verdades absolutas, y el simplismo, reduce su teoría sobre temas lo suficientemente complejos a ejemplos demasiado simples en los que no profundiza lo suficiente, además de hacerlo con formas poco usuales, de ahí la definición de gamberro. Y de este estilo ha hecho todo un nuevo género literario.
Dicho esto, no quita que su punto de vista pueda ser muy interesante en muchos aspectos, y que nos permita reflexionar sobre los mecanismos mentales que adoptamos en un mundo incierto, que nos permita desarrollar cierta prosperidad en un contexto de caos y desorden, evitando gastar tiempo y recursos en comprender y predecir los mecanismos que son impredecibles y que se rigen por la aleatoriedad. Recomiendo encarecidamente leer un par de obras de este autor, concretamente ¿Existe la suerte? y Antifrágil, para entender a lo que me refiero. En este artículo intentaré resumir los conceptos claves para entender la Antifragilidad de Nassim Taleb y ver cómo el libanés los aplica a diferentes esferas de la vida.
La antifragilidad
Lo primero es definir antifrágil. Aunque se pueda pensar que lo contrario de frágil es lo “robusto” o “resistente”, lo cierto es que éstos son adjetivos de sujetos inmutables. Si bien algo “frágil” resultará dañado al tratarlo con brusquedad, lo contrario de frágil, antifrágil,definirá al objeto que sale reforzado al ser dañado. Por ejemplo, Taleb asegura que los déficits públicos han demostrado ser una de las principales causas de fragilidad de los sistemas sociales y económicos. En cambio, el mitridatismo (el resultado de la exposición a dosis pequeñas de una substancia nociva que, con el tiempo, hacen que la persona sea inmune a dosis mayores de la misma, también referido como hormesis) sería un claro ejemplo de antifragilidad. Y, yendo más allá con el ejemplo del mitridatismo, el vernos privados de esa substancia nociva nos hará frágiles, pues necesitamos un mínimo de daño para inmunizarnos (robustificarnos). Otro ejemplo sería la musculación, nuestro cuerpo sufre pequeños desgarros en fibras musculares cada vez que entrenamos halterofilia, pero gracias a ello se consigue mayor volumen muscular y fuerza. En cambio, privar a los sistemas vitales de sus estresores naturales no es algo necesariamente bueno y puede ser incluso perjudicial. Un niño necesita hacerse pequeñas heridas para coger consciencia del peligro y asegurar su integridad futura; así como el ayuno intermitente o la restricción calórica permite, supuestamente, alargar la esperanza de vida. La idea es que los sistemas pueden necesitar algo de estrés y agitación, y aunque darse cuenta de ello puede ser evidente en algunos ámbitos, puede pasar completamente desapercibido en otros. Esto es lo que se conoce como dependencia del ámbito y es que el ser humano le cuesta reconocer situaciones fuera de los contextos donde se han familiarizado con ellos.
La inversa de la hormesis sería infracompensar la ausencia de un estresor. Invito al lector a reflexionar sobre la siguiente pregunta: Si tuviese que encargarle una tarea urgente en la oficina a un compañero, ¿se la encargaría al compañero que está ocioso o al compañero más ocupado de su departamento? Aunque parezca increíble según Taleb (dependencia del ámbito) es mucho mejor encargársela a alguien que está estresado, pues la mayoría de las personas acaban desperdiciando su tiempo libre porque caen en el bucle de la pereza y la desmotivación, mientras que las personas, cuanto más ocupadas, más activas lo son también en otras tareas. Esta paradoja de la atención se conoce como el efecto de la disfluidez y es que el esfuerzo mental nos hace aumentar los mecanismos energéticos y analíticos (échale un vistazo a mi artículo sobre Daniel Kahneman).
La antifragilidad de la información
Veamos ahora como aplicar el concepto de antifragilidad en la información y la masa social. Para ello, Taleb cita al probablemente el segundo mejor filósofo de la historia después de Sócrates, el estoico Séneca:
El castigo repetido sofoca el odio de unos cuantos pero aviva el de todos… igual que los árboles, una vez podados, brotan incontables ramas.
Y es que las revoluciones y movimientos políticos pueden ser muy antifrágiles. En palabras de Taleb, solo los tontos intentan reprimir una protesta usando la fuerza bruta, en lugar de manipular, ceder o hallar estrategias más astutas. Si bien cualquiera puede entender el concepto de resistencia bacteriana, la dependencia del ámbito no les deja ver el símil referente a la resistencia social. Citando a otro estoico de la antigüidad, Marco Aurelio, decía que “el fuego se alimenta de los obstáculos” y es que cuanto más insistamos en guardar un secreto más se propagará, cuanto más prohibamos un libro, más popular se hará, y ésta es la antifragilidad de los interdictos. Cuanta más energía se dedique a controlar algo, más dominio ejerce ese algo sobre nosotros. La crítica misma puede ser antifrágil a la represión, que se lo digan a Jean Fréron, que con su astucia consiguió meterse en la historia intelectual gracias al obscecamiento de Voltaire: Fréron hacía irritar a Voltaire, y éste en vez de dosificar su ingenio, entraba al trapo ciegamente y le contestaba abiertamente delante de su amplia audiencia, dándolo a conocer. Y es que la mala publicidad es publicidad también, las campañas difamatorias, si podemos sobrevivir a ellas, ayudan mucho a darle caché al difamado. Y aquí entra el concepto de aleatoriedad y es que hay cosas que escapan de nuestro control, y el flujo de información es una de ellas. No podemos controlar nuestra reputación porque no podemos controlar el flujo de información. Nuestra única baza aquí es poisicionarnos de manera lo más inmune posible a la mala reputación, o intentar sacar provecho de ello. Y es que la fragilidad del difamado es proporcional al esfuerzo que hace por defender su reputación. Los que visten de manera extravagante, sin dar explicaciones, tienen una reputación robusta o incluso antifrágil; pero los que van en traje hasta a la playa, porque es así lo que se espera de alguien de su nivel y se esfuerzan en demostrarlo, son muy frágiles a la información sobre ellos. Por eso, cuando una empresa o gobierno endeudado intentan restablecer la confianza o tranquilizar a los inversores con ruedas de prensa o comunicados, conseguirán el efecto contrario y que los inversores salgan corriendo. Y es que cuando no tenemos deudas (ya no solo económicas, de ningún tipo), nuestra reputación no nos importa; y cuando la reputación no nos importa, generalmente gozamos de buena reputación. Lo mismo sucede cuando estamos solteros y fracasamos en nuestros intentos de seducción, pero basta que tengamos pareja que, sin buscarlo, ligamos más que nunca. Una buena lección es que las personas que más nos han beneficiado no son las que más nos han ayudado, sino las que más han intentado perjudicarnos en vano.
La turistización
Y es que el concepto de aleatoriedad o volatilidad, y nuestra posición frente a él, debe ser entendido como fundamental en la vida. Un concepto que se introduce en este ensayo para ilustrarlo es el de turistización: hay dos tipos de viajantes, el turista que lleva planificado todo lo que va a hacer en sus vacaciones, qué va a visitar y qué día, frente al aventurero, el que se deja fluir y se va adaptando a las situaciones según vayan sucediendo los hechos, haciendo el viaje sobre la marcha. Este concepto lo aplica Taleb para designar un aspecto de la vida moderna que trata a los seres humanos como si tuviesen un manual de instrucciones, que cada acción desencadena en una reacción conocida, suprimiendo de manera sistemática la incertidumbre y la aleatoriedad de las cosas, haciéndolas previsibles hasta el último detalle. Vivimos una vida guiada por objetivos que debemos cumplir en una determinada fecha (a los 30 casarnos, a los 35 tener hijos, a los 40 el último modelo del coche todo terreno del momento, a los 50 la casa en la playa, a los 60 jubilarnos y mudarnos a una villa mediterránea, etc), parece que somos capaces de predecir cómo se van a desarrollar los hechos en la vida y es que a diferencia de los sistemas artificiales diseñados, los entornos con variabilidad no son predecibles, y nosotros debemos actuar como tal frente a ellos, ya que una actitud aventurera no nos expone a lesiones y enfermedades causadas por el estrés crónico (el estrés puntual es antifrágil, el estrés crónico es frágil), la principal causa de enfermedad en los países modernos.
Fragilidad en la economía y la biología.
La fragilidad de las empresas genera una economía antifrágil. Es paradójico, pero la fragilidad de los emprendedores, y su índice de fracasos elevado, hace que el espíritu emprendedor pueda funcionar. El fracaso de ciertos negocios es necesario para el bienestar de otros negocios, o de la economía en general. Por ejemplo, los restaurantes son frágiles y compiten entre sí, y esto hará que la gastronomía de una localidad sea antifrágil. Si todos los restaurantes tuviesen una fuente de ingresos asegurada y robusta, no existiría esa necesidad de mejorar y la calidad de la gastronomía de esa localidad se debilitaría.
La Teoría de la Evolución evidencia la antifragilidad biológica. Hay individuos frágiles, pero la evolucion actúa con estresores y aleatoriedad (como las pandemias), y es que el patrimonio genético se beneficia de las crisis para mejorar su capacidad de adaptación. Los individuos no somos imprescindibles para la especie, de hecho, debemos morir para que la especie sea antifrágil en el medio y largo plazo. Incluso va un paso más allá, y es que las especies también son frágiles a muy largo plazo para que la naturaleza pueda ser antifrágil. Por esto, la especie humana no será eterna en la historia, al igual que pasó con los dinosaurios. La evolución no está al servicio de una especie, sino al servicio de toda la naturaleza.
Esta tensión entre intereses individuales y colectiva es relativamente nueva en la historia. El Humanismo y la Ilustración han puesto al individuo en el centro del universo, pero la naturaleza desea sobrevivir como unidad, no que sobreviva cada individuo.
Sin embargo, como parte afectada (¡yo soy un individuo que no me quiero sacrificar por la especie!) entro en conflicto con esta aproximación. Y es que, como Taleb también reconoce, es necesario cierto equilibrio. Nuestros intereses (individuales) como especie humana están por encima de los intereses de la naturaleza y podemos (debemos) tolerar cierta fragilidad para proteger al individuo, pero controlando que no nos pasemos de la raya, porque perjudicar a la naturaleza en exceso nos pasará factura (hola cambio climático). Lo mismo sucede en la economía, una economía es imposible de sobrevivir sin lastimar a algunos individuos. La protección es dañina y genera una economía frágil, sin embargo debemos encontrar un punto de equilibrio que nos permita ofrecer protección social a los individuos que forman la rueda de la economía. Es más, el individuo que haya fracasado en su carrera emprendedora, debería ser tratado con honores, pues su fracaso hace un poco más fuerte al conjunto.
Autosimilitud fractal
Seguro que todos hemos pensado alguna vez sobre la similitud que hay entre nuestro sistema solar, con un gran astro en el centro del que orbitan otros cuerpos menores, y la estructura de un átomo, con un núcleo en el centro rodeado por una nube (antes se decía órbita) de electrones. Y ya de manera más trascendental y mística, nos planteamos la posibilidad de que nuestro sistema solar sea el equivalente a un átomo de algo mucho más grande de lo que podemos llegar a entender.
Esta idea de agrupar pequeños cuerpos en niveles superiores y que estos niveles, con la misma forma, a la vez pertenezcan a otro nivel superior de manera jerárquica se llamada autosimilitud fractal y fue redactada por Benoît Mandelbrot. Realmente él no hablaba de que hubiese un algo más grande que escapa a nuestro entendimiento, sino que en los individuos y cuerpos se da una jerarquía similar y desde fuera solo vemos el nivel superior. Échale un vistazo al brócoli, cada una de sus ramas tienen forma de mini brócoli, y cada uno de sus mini tallos tiene forma de brócoli también. Los átomos forman células, las células moléculas, las moléculas organismos y los organismos forman especies. Cuando una especie se refuerza, lo hace gracias a ciertos organismos, y éstos lo habrán hecho gracias a ciertas moléculas y éstas lo habrán hecho gracias a ciertas células. Unas células habrán sido destruidas u otras, más jóvenes o más resistentes, las habrán reemplazado.
Por ejemplo, en el ayuno, ciertas proteínas que conforman una sección de las paredes celulares, que se suponen que contienen basura celular, son descompuestas y absorbidas (comidas) por el organismo para así mejorar a éste.
Suíza como ejemplo de antifragilidad y robustez frente a la aleatoriedad
Según Taleb, Suíza es el país más antifrágil del planeta, pues se beneficia de las crisis que se dan en el resto del mundo. Suíza es uno de los países con mayor historia de acoger a refugiados de distintos colores políticos y de los siete continentes. Aunque lo que realmente acoge Suíza son las fortunas de estos refugiados. Su robustez económica viene de no tener gobierno (y de su secreto bancario y políticas fiscales). Y es que Suíza no tiene un gobierno que centrifique la gestión total del Estado, sino que delega la gestión en sus cantones, en una jerarquía de abajo arriba. En esta organización la mayoría de agrupaciones locales se preocupan por los problemas del día a día, sin visiones futuristas ni utópicas de alto nivel: Simplemente hay fricciones y discusiones por nimiedades en la gestión de asuntos ordinarios. En cambio, un gran estado centralista, también conocido como Estado-nación, no escala con este tipo de política, alterando la cualidad de la relación entre las partes (vamos, que no es un crecimiento lineal). En el caso de un gran estado, las conversaciones pasan de lo mundano — pero efectivo- a lo abstracto, donde las personas son números y no vecinos conocidos. Nos conmueve más un niño llorando en el parque que el exterminio de masivo de una tribu en la otra punta del planeta. Una gestión desde los cantones genera volatilidad pero, al estar acostumbrada a ella, genera cierta robustez en su conjunto. Por ello, Suíza tiene estabilidad a nivel de agregado porque el conjunto de cantones da lugar a una forma sólida de sistema. En un Estado-nación hay gente tomando decisiones basándose en cuestiones abstractas y teóricas, actuando de manera poco racional, e incluso irresponsable en muchas ocasiones.
En un municipio, los lobby no existen. No tienen la fuerza necesaria a tan bajo nivel. La gestión unificada desde Bruselas para la Unión Europea, en cambio, ha hecho emerger muchos lobbys en los últimos años, que con un mínimo beneficio en una regulación europea, consiguen grandes beneficios, mucho mayores de los que obtendría en un municipio. Pues las decisiones de unos pocos afectan a muchos millones de invididuos. Si la decisión se tomase a nivel municipio, necesitaría una legión de lobbistas que fuesen municipio a municipio convenciendo a los gobiernos locales, donde conseguir su regulación beneficiosa en unos pocos municipios no les harían llegar a millones de personas, sino que a unos miles de vecinos como mucho. Ese esfuerzo no vale la pena.
Aquí es un ejemplo de la reducción simplista que hace Taleb en estos puntos, pues el problema de economía global vs economía local ha sido ampliamente estudiado (y practicado) a lo largo de los años, con un sinfín de pros y contras que no se pueden resumir de manera tan relajada, pero es necesario hacer reflexiones como esta de los lobbys para que no caigamos es sesgos de confirmación por ser lo habitual y ni siquiera nos lo planteemos.
Por tanto si intervenimos ingenuamente sobre la económica local, para controlar todos los detalles y eliminar cualquier ápice de volatilidad, lo que estamos haciendo es eliminar robustez. Este tipo de sistemas afectan no solo a la economía, sino que también a la educación, a la salud, a la política o incluso al humor de una persona.
Este efecto se puede ver en la siguiente imagen:
A la izquierda sería el modelo suízo, tiene una gran cantidad de ruido municipal pero que en el tiempo las grandes fluctuaciones son escasas, y que Taleb lo define como Mediocristán. En cambio a la derecha, sería el modelo de Estado-nación, donde toda aleatoriedad se ha eliminado, creando un sistema frágil a un cambio que no se ha predicho, con gran impacto, por ejemplo el sistema bursátil o el efecto de controlar los precios. Este modelo se conocería como Extremistán.
Un ejemplo, para ver esto, es el bienestar de un niño que se ha sido criado con ciertas dosis de libertad, en la que ha podido tener pequeños sustos diariamente, que le han curtido para no llevar sobresaltos a lo largo de su vida; frente al niño criado en una burbuja estéril y que de repente se suelta en medio de una capital europea.
SPOILER: Ahora viene la parte estadística, sáltate el párrafo en cursiva si te aburre.
Vamos a explicar las dos gráficas anteriores desde un punto de vista estadístico, haciendo referencia a las distribuciones de población que las caracterizan. A modo de repaso, una distribución normal refleja que la mayoría de elementos que componen la población tienen valores (de lo que sea que estamos midiendo) ligeramente diferentes entre ellos, pero no distan mucho de la media. Por ejemplo, la altura de las personas que viven en nuestra ciudad sigue una distribución normal, no todos medimos lo mismo, pero distamos poco de la media. Hay personas que de manera puntual pueden distar un poquito más, pero son excepción y la diferencia en centímetros no es de varios órdenes de magnitud. En cambio, en una distribución de cola larga, la gran mayoría de los individuos tienen casi el mismo valor (moda estadística), pero hay una pequeña proporción de los individuos que concentran unos valores muy muy distantes a los de la mayoría, incluso de varios órdenes de magnitud, que hacen que la media no concuerde con la moda. Un ejemplo claro serían los ingresos anuales de la plantilla de una multinacional. Siempre hay un porcentaje de los empleados, la dirección y altos cargos, que ganan altas cantidades de dinero, y que están muy muy lejos del rango de salario más común de la empresa.
La distribución normal es simétrica como se puede apreciar en el gráfico. En cambio, la distribución de Extremistán, la de cola larga, es asimétrica, y no podemos hacer predicciones en base a la media de esta distribución, pues la media dista mucho del caso general. En estas distribuciones de cola larga, los sucesos más remotos, tienen un papel desproporcionado.
Si volvemos a la gráfica de Extremistán, anterior a la explicación estadística, vemos que es muy fácil de creer que el sistema es seguro hasta el día de la gran caída. Y esto es lo que se conoce como El problema del pavo que vive ajeno a su peligro y en total seguridad, siendo alimentando todos los días, hasta el día de Acción de Gracias. Ese día, el pavo descubre un suceso que le era totalmente imprevisible y de consecuencias son dramáticas.
Mediocristán sería la lluvia en Galicia, constante y llevadera durante todo el año; mientras que Extremistán sería el Levante español, generalmente seco pero que puntualmente hay lluvias torrenciales que causan muchos daños.
¿Por qué Suíza es Mediocristán? Porque se agrupan un conjunto de cantones pequeños, tiene cierta dosis de volatilidad pero que nunca sufre una crisis generalizada, pues está compuesta de muchas unidades independientes pequeñas compitiendo entre sí, la aleatoriedad se distribuye en lugar de concentrarse. Este concepto es clave por ejemplo en inversión financiera, donde el primer consejo es diversificar tus inversiones entre distintos mercados y sectores, distribuyendo la aleatoriedad y diversificando el riesgo.
Aleatoriedad e intervencionismo
Relacionado con lo anterior, regular los precios en los mercados, o lo que es lo mismo, eliminar a los especuladores, genera una falsa ilusión de estabilidad que desembocará en una tragedia desproporcionada (como con el problema del pavo) futura. Supongamos que una moneda no varía nunca, le hemos quitado todo factor volátil, si un día debido a cualquier ajuste, el precio de ésta varía un mínimo, se creará el pánico puesto a que se atribuirá este ajuste -imprevisible- a una caída del sistema, pues nunca antes se han visto variaciones así. En un mercado donde el precio de la moneda fluctúa constantemente, un mínimo ajuste pasará lo suficientemente desapercibido como para no generar pánico.
La estabilidad no es buena para la economía, las empresas se confían y las vulnerabilidades se ocultan. Retrasar una crisis es, en líneas generales, un mal remedio con mayores consecuencias. La aleatoriedad introduce mecanismos de control innatos. Nos cuenta el ensayo que en la antigua Atenas, los miembros de las asambleas eran elegidos por sorteo para que el sistema no degenerase, inyectar aleatoriedad asegura la robustez del sistema.
Si el lector es fan de The Big Bang Theory se acordará de Sheldon jugando a los dados para que estos tomasen la decisión por él y no perder tiempo (ni energía) en tomar decisiones banales. En cierta manera, la toma de decisiones desencadena en lo que se conoce como la tiranía de la elección en psicología, la toma de decisiones nos pesa demasiado en el futuro si hemos escogido mal en el pasado. Añadiendo aleatoriedad en la toma de decisiones no determinantes, nos permitirá descubrir opciones que nuestros sesgos jamás hubiesen aceptado y liberarnos de esa tiranía de la elección anteriormente mencionada.
Si bien insertar aleatoriedad en los sistemas es bueno, insertar intervencionismo humano innecesario no lo es. El ser humano tiende a intervenir donde no se le llama. El concepto iatrogenia representa un tratamiento que es más perjudicial que beneficioso. Un ejemplo de iatrogenia fue la crisis del 2007, donde los riesgos de las hipotecas basura (conocidas como subprime) se ocultaron lo máximo que se pudieron ocultar hasta hacer estallar la economía. El no haber intervenido, es decir, el no haber ocultado estos riesgos para tranquilizar al sistema, hubiera hecho que varios analistas los detectasen y recomendasen no comercializar con ciertos productos financieros, es decir, no se hubiera hecho bola el problema. Probablemente unos pocos hubieran salido malparados igualmente, pero es que permitir ciertos daños en el sistema económico es positivo, pues elimina a los productos o compañías vulnerables con antelación suficiente, minimizando el perjuicio a largo plazo.
Esto no quita que las intervenciones sean necesarias en ciertos aspectos para garantizar la seguridad del sistema. Por ejemplo, haría falta en 2006 un mecanismo de intervención necesario para localizar las intervenciones innecesarias (como la de ocultar riesgos de hipotecas basura en el sistema) que generan vulnerabilidad.
La receta estoica
Lo que nos va a facilitar la vida es rodearnos de sistemas antifrágiles y ser conscientes de ello. Si estamos limpios de deudas, con un pequeño colchón económico, no viviremos ahogados. En un planteamiento vital donde pagar facturas a final de mes dependerá de que las predicciones que hayamos hecho sean las correctas y no haya ningún imprevisto que altere nuestras estimaciones, será un planteamiento frágil que nos expondrá completamente a un riesgo dramático. Las personas frágiles, es decir las endeudadas, necesitan predecir con mucha exactitud sucesos que son aleatorios o asimétricos y que no se pueden predecir. Warren Buffett rezaba que hay que invertir en negocios tan buenos que hasta los pueda dirigir un idiota, porque tarde o temprano alguno lo hará.
La corriente filosófica del estoicismo defiende que la felicidad depende de uno mismo, que no podemos sufrir por sucesos aleatorios o impredecibles en los que no podemos obrar. De esta manera, el estoicismo es robusto, pues carece de fragilidad ante la volatilidad del destino: Eres antifrágil cuando tienes más que ganar que perder.
Así la riqueza podría ser un elemento de fragilidad, el que tiene riqueza vive bajo una forma de esclavitud constante, preocupándose de si el dinero que tiene está a salvo, si lo debe invertir para seguir haciendo crecer su riqueza, si todas sus propiedades están siendo tratadas con el cuidado que se merecen, etc. Por tanto, cuando tienes más que perder que de ganar, te encuentras ante una asimetría que te hace frágil. Como deshacerte de tus riquezas también te haría frágil, pues te deja en merced de la volatilidad total del destino, el método práctico de los estoicos (más bien de Séneca) es acostumbrarte a vivir, de vez en cuando, con lo que menos necesitas. De vez en cuando, viste como un pobre. De vez en cuando, practica el ayuno. De vez en cuando, duerme en un albergue. Si realizas estos ejercicios de adaptación “de vez en cuando”, estarás mentalmente entrenado para el día que pierdas tus pertenencias, la volatilidad del mundo no te afectará de la misma manera. Si planteas tus estudios, carrera, finanzas,… en general, tu vida, analizando todos los escenarios y minimizando los riesgos que ellos conlleven, independientemente de la probabilidad con la que puedan surgir, estarás construyendo un modelo de vida anti-frágil, donde la volatilidad no te va a afectar. Socialmente, tus amigos y familia te dirán que no vale la pena gastar tanto dinero contratando tales coberturas de seguro; o que qué posibilidades hay de que el mayor banco del país quiebre y pierdan sus ahorros, eres un loco por no invertir en su producto estrella; o que no puedas hacer frente a una hipoteca un pelín cara si estamos en una época de pleno empleo y no se esperan crisis a la vista. De acuerdo, somos unos exagerados… hasta que estos sucesos llegan. ¿Qué probabilidades había de que, con la demanda turística que hay en una capital Europea, donde endeudarme para comprar decenas de pisos con licencia turística es un buen negocio (la hipoteca se paga sola y aún así gano grandes cantidades de dinero), llegase una pandemia mundial que nos obligase a cerrar las ciudades y quedarme sin turistas que me pagasen la deuda y arruinarme la vida? ¿Qué probabilidades había de una pandemia mundial? Conclusión: vive lo más independientemente posible a los designios del destino, a las deudas, a las predicciones. Sé antifrágil.
En el resto de capítulos del ensayo, Taleb trata otros temas relacionados, y finaliza con un apéndice que, mediante diferentes modelos matemáticos y estadísticos, demuestra los axiomas enunciados anteriormente y que animo al lector a que consulte.
Referencias:
Antifragile: Things that Gain from Disorder. Nassim Nicholas Taleb. New York (2012)